Isla 25 de Mayo (King George)

La Isla 25 de Mayo (King George) es la más grande de las Islas Shetland del Sur y tiene una rica historia que ha evolucionado desde ser un centro para foqueros y balleneros, hasta convertirse en un centro global único para la investigación científica y la cooperación internacional en Antártida.



Un poco de historia...

Fue descubierta en 1819 por el marino británico William Smith, quien la nombró en honor al monarca, el rey Jorge III. El descubrimiento de Smith abrió la región a una ola de interés comercial y, en los años siguientes, la isla se convirtió en un lugar privilegiado para foqueros y balleneros.

La caza de focas fue la primera actividad comercial importante en la isla, principalmente a principios del siglo XIX. Foqueros británicos y estadounidenses se centraron en las vastas poblaciones de Lobos marinos antárticos y Elefantes marinos del sur. Este período estuvo marcado por una intensa competencia y secretismo, con pocos registros, ya que las compañías buscaban proteger sus zonas de caza.

La era de la caza de focas condujo a la casi total exterminación de las poblaciones de focas en la zona a finales del siglo XIX, pasando de millones a solo unos pocos miles de individuos. Hoy en día, gracias a políticas específicas de conservación y protección, sumado al estatus de la Antártida como un continente dedicado a la paz y la ciencia (con la firma del Tratado Antártico), los lobos finos antárticos se han recuperado con éxito: se estima que la población mundial ha vuelto a varios millones de animales.

A principios del siglo XX, la isla se convirtió en una base para las operaciones balleneras noruegas y chilenas, que perseguían a las rápidas ballenas rorcuales, pero ese es otro capítulo de la historia.



El cambio hacia la investigación científica

La firma del Tratado Antártico en 1959 aceleró la transición de la explotación comercial a la colaboración científica. Hoy, la Isla Rey Jorge alberga la mayor concentración mundial de estaciones de investigación nacionales.

Más de 10 países, incluidos Argentina, Brasil, Chile, China, Corea del Sur, Perú, Polonia, Rusia y Uruguay, mantienen estaciones durante todo el año o de temporada. Esta alta concentración le ha valido a la isla el apodo de "Puerta de entrada a la Antártida" y la "Capital no oficial de la Antártida". ¡Una razón clave para esta concentración es el aeropuerto antártico único de la isla!

Una pista de aterrizaje de 1,300 m de largo, mantenida por la base chilena Presidente Eduardo Frei Montalva, proporciona un puente aéreo vital para el personal y los suministros, evitando el día y medio de navegación por el infame Pasaje de Drake. Esto convierte a la isla en un centro crucial para el apoyo logístico de las bases en toda la Península Antártica, ¡y también para el turismo! La pista de aterrizaje sirve como la principal puerta de entrada para los visitantes de la región de la Península Antártica que viajan en la modalidad de aéreo-crucero.

La Isla Rey Jorge tiene muchas calas y ensenadas con increíbles vistas a los glaciares, donde se pueden avistar muchas estaciones mientras se navega en barco o en Zodiac:

Caleta Martel: Comandante Ferraz (Brasil)
Caleta Mackellar: Machu Picchu (Perú)
Caleta Ezcurra: Arctowski (Polonia)
Caleta Potter: Carlini (Argentina)
Bahía Maxwell: Artigas (Uruguay), Frei Montalva (Chile), Julio Escudero (Chile), Bellingshausen (Rusia), Gran Muralla (China)



Biodiversidad: Flora y Fauna

La flora terrestre de la Isla Rey Jorge está, como todo el continente antártico, dominada por plantas no vasculares. Dado que hay muy poca agua líquida disponible (principalmente en forma de hielo) y, por supuesto, las duras condiciones ambientales, la Antártida no tiene árboles y un número limitado de especies vasculares. Los musgos y líquenes son los reyes y reinas de la vegetación terrestre. Sitios como Punta Turret, en el límite oriental de la Bahía Rey Jorge, tienen hermosas alfombras de musgo que se pueden ver durante las caminatas guiadas por su playa de guijarros, y se pueden observar líquenes del género Xanthoria entre sus promontorios rocosos.

La isla alberga las dos únicas plantas con flores nativas que se encuentran en la Península Antártica: el pasto antártico (Deschampsia antarctica) y la perla antártica (Colobanthus quitensis), una pequeña planta que forma cojines.

Y, por supuesto, tres de las queridas especies de pingüinos son reproductoras confirmadas (tienen colonias reproductivas) en diferentes sitios de la isla: el pingüino de Adelia (Pygoscelis adeliae), el pingüino de barbijo (Pygoscelis antarcticus) y el pingüino papúa (Pygoscelis papua). Además de las aves no voladoras, se observan comúnmente los icónicos charranes antárticos, los cormoranes de ojos azules y los petreles gigantes del sur.

En cuanto a los mamíferos marinos como las focas, los lobos finos antárticos, los elefantes marinos del sur y las focas de Weddell se encuentran comúnmente descansando en las costas rocosas.


© A21 - BAE landing at King George Island
© Agustin Ullmann / Elefant Seals at Turret Point - Penguin Island on the background
© Sebastian Arrebola / Great Wall Station

Geología

La geología de la Isla 25 de Mayo es un fascinante registro de su origen como un antiguo arco de islas volcánicas, con un paisaje moldeado por millones de años de actividad volcánica, fallas y dramáticos ciclos glaciales. Toda esta región es un arco volcánico que se formó cuando la placa paleo-Pacífica (la Placa de Phoenix) se subdujo bajo la Placa Antártica. La propia Isla Rey Jorge está compuesta casi en su totalidad por rocas ígneas, con evidencia de múltiples episodios volcánicos.

Por ejemplo, la asombrosa Isla Pingüino ofrece un sitio de desembarco que se asemeja a un paisaje marciano. Avistada en enero de 1820 por la expedición británica de Edward Bransfield, esta isla fue nombrada así por los pingüinos que ocupaban sus costas. ¡Los pingüinos de Adelia y de barbijo se reproducen en diferentes extremos de esta isla (y también los charranes antárticos, skúas, gaviotas cocineras y petreles gigantes del sur!).

Sin embargo, la característica principal de este sitio es el cono de 170 m de altura del Pico Deacon, un volcán inactivo. Se puede realizar una caminata guiada hasta y alrededor del cráter, así como caminar por la costa, donde se pueden ver restos de madera de la era ballenera y también huesos de ballena. Los elefantes marinos del sur y las focas de Weddell descansan allí regularmente 🙂


Luciana Motta

About the Author

Luciana Motta

Luciana es oriunda de Rosario, Argentina, y obtuvo su Licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Antes de obtener su doctorado en biodiversidad de insectos acuáticos en lagos de montaña patagónicos, trabajó durante 3 años para el Programa de Gestión Ambiental y Turismo de la Dirección Nacional del Antártico, como asistente científica y oficial ambiental en bases científicas antárticas.
En la actualidad vive en Bariloche (Patagonia) realizando investigaciones sobre los efectos de especies no nativas a través de los ecosistemas terrestre-acuático en humedales. De vez en cuando, realiza una pausa en la investigación para ir a bucear, y para ser intérprete ambiental y guía en viajes de naturalismo a África y Antártida.

Luciana es nuestra Bióloga residente y Jefa de Divulgación.

 



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